
La risa produce una sensación placentera y sanadora (comparable con el orgasmo), que promueve actitudes positivas en beneficio de las relaciones interpersonales, del aprendizaje y de la salud. El sentido del humor, como rasgo de la personalidad, es además una señal de inteligencia.
Y como el bienestar del ánimo produce beneficios psíquicos y físicos, la medicina ya comprobó que la risa (la carcajada también) contribuye al logro de enormes beneficios: disminuye el stress, rejuvenece, reduce tensiones, calma la ansiedad, adelgaza, cura la depresión, baja el colesterol, alivia dolores, quita el insomnio y alivia los problemas de salud en general.
Sigmund Freud estudió mucho el tema de la risa y aseguró que tiene el poder de eliminar del cuerpo la energía negativa; algo que corroboró la medicina, que demostró que la corteza cerebral libera impulsos eléctricos negativos un segundo después de comenzar a reír.
En los años 70, un médico californiano comenzó a aplicar la “risoterapia” como apoyo en la recuperación y tratamiento de enfermedades, y logró excelentes resultados, por eso hoy se sigue aplicando en hospitales de los EEUU, Suiza, Alemania y Francia.
Además, a través de la risa las personas exteriorizan emociones y sentimientos. Lo curioso es también el componente social de la risa, como su carácter contagioso, la posibilidad que brinda de salir airosamente de situaciones incómodas y bochornosas y la influencia que tiene en el éxito de las relaciones humanas.
Hay innumerable cantidad de situaciones que pueden provocar risa, aunque es difícil determinar exactamente por qué a algunas personas les hacen reír ciertas cosas que a otras no.
Un chiste bien contado, un blooper, las cosquillas, un papelón propio o ajeno, etcétera. La risa y el humor son temas que despertaron, desde la antigüedad, el interés de los filósofos y científicos.
Hoy podríamos decir: “dime qué te hace reír y te diré cómo eres”